febrero 28, 2006

Olvidado


Caminando, dejado en la tierra marchita del olvido:
el gigante mendigo, el desierto de vidas, el carnero
sacrificado bajo la espada oxidada se sepulta
en el foso del tiempo en espera, en su casa sin paredes

y sin techo. Llorando con lágrimas secas, y traspasa
la frontera de un mundo ëxtraño: países extranjeros
en quel cielo no vuela, en quel viento recoge aquellas piedras
y a las hojas las deja tiradas, podridas y perdidas.

Marginado del sueño dormido y del sueño despertado
no conoce de luces ni oscuros pasajes que lo lleven,
ni enlutado o festivo, al rincón de su propio cementerio.

Ya los pasos derraman la sangre del cuerpo viscerado;
desmenbrando los brazos y piernas del tiempo bendecido,
el olvido abandona los besos de añejos despertares.

Lavengro
Viña del Mar, Mayo 26 de 2003.

febrero 23, 2006

Los Versos


Los versos... pero qué son los versos: palabras,

silencios y la nada. Si entonces me callo,

si grito, si te llamo, si pinto tus voces,

si encargo los latidos al viento, me caigo.

Las sombras de la calle caminan perdidas,

fumando un cigarrillo mojado por lágrimas

que llueven como sangre de heridas palomas.


Zapatos de gastadas personas descansan

botados, arrojados como hojas marchitas,

al tacho del olvido, sin pasos ni saltos.

Las huellas ya no existen, se borra el pasado

en pulcras y sedosas baldosas, son libros

sin páginas las calles. Destierran la tierra,

las voces y los perros callejeros son sombras.


Crecemos, nos enseñan en los noticieros.

Es cierto que crecemos, mas huecos quedamos,

igual que unas bolsas selladas al vacío,

mirando con los ojos perdidos la oferta.

Un árbol en la calle se siente perdido.

Gusanos que se caen del techo flotante,

son las palabras que forman mis versos.


Lavengro

Viña del Mar, Febrero 23 de 2006.

febrero 17, 2006

Comienzos?


Un teclado frente a mí, de nuevo. De qué me sirve si ya no tengo nada, al menos, nada de lo que ya tenía. Creo que todo me ha dejado, mi poesía y mis pensamientos y todo; estoy vacío, soy sólo un recipiente que agotó su contenido. Qué hago moviendo mis dedos sobre las fichas si las palabras están mudas, callan lo que no tienen que decir. Sólo me estoy revolcando en la incertidumbre de si se secaron las ideas o estoy ad portas de un comienzo, de un nuevo nacimiento. No lo sé. No sé nada.

Debe haber una respuesta, siempre la hay, ya venga de los hechos o de las creencias; pero la hay. Mi problema es dónde buscarla y si realmente debo hacerlo, quizás mejor me dejo llevar por la corriente que no entiendo... pero respuesta a qué pregunta, si no tengo siquiera preguntas que hacerme. Pero no desespero, o no espero.

Se podría decir que estoy dubitativo, pero debo decir a quienes piensen así –quizás a mí mismo- que no, que dos caminos serían un comienzo y restaría sólo la decisión de cuál seguir, la opción que generalmente nos da dolores de cabeza; en mi caso no tengo dos caminos, no tengo ninguno y como tal, los tengo todos, para mí no hay un escoger, hay trabajo y construcción (aunque no sea arquitecto o ingeniero para ingeniármelas). ¿Tendré que seguir el camino amarillo como en el Mago de Oz? Si lo sigo, llegará el momento en que se bifurque como todo sendero, que a medida que los pasos nos encaminan a un destino aparecen otros y ya no hay sólo un camino amarillo: hay dos, tres, cuatro...

Si busco en lo que soy, mejor en lo que fui y ya no seré, no hay esperanzas de avanzar, sólo estancarme hasta convertirme en una ciénaga muerta y putrefacta, debo caminar, despojarme de mi piel que ya no cubre mi alma, que me tiene desnudo en el mundo... pero mi piel tampoco la tengo, ya me dejó. Todo lo que creía mío me dejó, hasta mi ego me dejó. Ahora estoy sólo y sin nadie más que yo; es hora de conversar conmigo, escucharme en silencio.

Lo único que me queda, entre tanto camino que seguir, es dar un paso hacia el horizonte, estoy en el centro de la nada y a donde mire el mundo es nuevo...

Sí, dejar ir, dejar lo que fui para ser otro: sólo yo, nadie más. Siempre dejar ir, a mí, a los que quiero y lo que quiero... nada es mío, es de la vida y yo soy de la vida, soy vida y creo estar vivo, es lo único que creo.

Lavengro

La Calle

Pasan uno, dos, tres, cuatro...
Pasan Muchos rugiendo
y sus ojos turnios simulan la luna.
Sus pies eternos,
sus huecas cabezas...

En los pasos, algunos raudos conejos
y otros pacientes piedras,
las siluetas desconocidas recorren
y deambulan la calle
como lo hacen en su vida.

Sus rostros vacíos y distintos
son tan míos como mis ilusiones,
me son tan conocidos como mis dolores.
Y pasan sin mirarme,
sin conocerme
y sin saber que son míos.

Alguien dejó olvidado un árbol;
solitario sus hojas se burlan del viento:
lo desafían conociendo su destino,
sabiendo que nacieron para morir.

Un paso tras otro,
se acercan y se alejan.
Me miran sin verme
y me dan su espalda:
no saben que estoy aquí
y, sin embargo, saben que existo.

Bueno...
¡Qué imprta si me ignoran!
¡Qué si me pisan!
¡Qué si sólo me usan!
¡Qué... si yo sólo soy La Calle!

Lavengro
Escrito en Viña del Mar, 2003.

febrero 13, 2006

Ayer Caminaba

Ayer caminaba, las rocas decían
al mar sus misterios en secreto;
las olas pintaban en la arena
con líneas blancas la silueta
inmensa del cielo inmensurado;
el cielo jugaba, como un niño,
con los cabellos del aire marino,
silbando en las caracolas invisibles.

En la espuma blanca miraba
la suavidad de tu piel desnuda,
recordaba tus gestos de gaviota eterna...
Y soñaba que tú eras mi playa,
que caminaba en tus arenas
y que recorría tu cuerpo de océano,
tan bello y peligroso como el fuego.

Seguía el sendero de tus manos
y me abrazabas en tus caricias de sirena,
me elevabas en tus suspiros a tu hogar
en el cielo y yo era Sol y tú eras Luna,
nos mirábamos y me despertaba en la humedad
de tus besos que siendo salados eran de azúcar,
y silenciosamente gritaban tus murmullos
de olas que rompen en rocas de agua pura.

Sí, ayer caminaba... y no era ayer sino siempre,
era el siempre de cuando estamos juntos
en que los segundos son infinitos
y el infinito no es más que un único segundo:
ese en el que se detiene el tiempo en tus labios.
Ayer caminaba... ¡Y pensar que sólo te soñaba!

Lavengro
Escrito en Viña del Mar, 2003.

febrero 02, 2006

Camino de Luna

Un nuevo regalo para aquellos que deseen un poco de poesía romántica para disfrutarlas con sus parejas, a la luz de velas y una buena copa de vino blanco...

Por mi puerta te ves,
te escondes distante

entre nubes de plata.

Y me miras de reojo

mientras contemplas rostros
de los niños enamorados.

En tu loca carrera
te escapas de mí,
del lucero encantado.
Caminando tras de ti
mis pasos me encaminan,

me elevan diminuto.

Melancólicos ojos,
dilaciones dilatadas
errabundas de tus labios,
hambrientas del suspiro
y de la mano conquistadora.

Ahora dos eres luna,
y luego tres, cuatro, infinitas
hogueras que inundan
los campos transparentes.

Y seguimos caminos distintos,
mas, son el mismo:
tú eres la luna y yo el lucero,
y, aveces, soy el sol
que ruborizado se esconde
tras las aguas eternas
al besar tu lacerada boca,
que sangra de amor y deseo.

Promunciando tu nombre
y, en el eco lejano,
el mío es del viento,
de viejos senderos
y sueños.

La puerta se cierra,
mas, se abre el corazón enlatado.

La noche se cuela
por las rendijas del silencio,
cubriendo con fríos temblores
mi cuerpo cantera.

Explotando las minas
que no existen
las flores de esmeralda
embellecen tu rostro.

Te miro volar desde mi puerta,
mas, no llego hasta ti
ni con escaleras infinitas;
aunque talvés,
sólo necesite un beso.

Lavengro
Escrito en Marzo de 2003.

febrero 01, 2006

En Ocasiones Sueño


Con este poema y tomando como motivo el próximo día del amor, inicio un ciclo de poesía romántica.






En ocasiones sueño... despierto,

camino sobre el cálido viento
y canto... voces nuevas me llaman.
Así, mi älma vuela y... alcanza
la luna... estrellas mientras titilan
me guían sobre alfombras de risas.

En ocasiones sueño... contigo
mirando luces, flores y hormigas;
tendidos... juntos somos Vida.
Así, descanso y duermo... la brisa
recorre el tiempo y... flota tu pelo
a ritmo incierto... vuelvo y despierto.

En ocasiones sueño... te alcanzo

envuelta en sedas, tiemblas, me llamas,
te callas... suaves pies van descalzos.
Así, las nubes blancas me enmarcan
besando... rojos labios... tus ojos
distantes... manos... dulce silencio .

Lavengro
Escrito en Enero 21 de 2005.