febrero 17, 2006

La Calle

Pasan uno, dos, tres, cuatro...
Pasan Muchos rugiendo
y sus ojos turnios simulan la luna.
Sus pies eternos,
sus huecas cabezas...

En los pasos, algunos raudos conejos
y otros pacientes piedras,
las siluetas desconocidas recorren
y deambulan la calle
como lo hacen en su vida.

Sus rostros vacíos y distintos
son tan míos como mis ilusiones,
me son tan conocidos como mis dolores.
Y pasan sin mirarme,
sin conocerme
y sin saber que son míos.

Alguien dejó olvidado un árbol;
solitario sus hojas se burlan del viento:
lo desafían conociendo su destino,
sabiendo que nacieron para morir.

Un paso tras otro,
se acercan y se alejan.
Me miran sin verme
y me dan su espalda:
no saben que estoy aquí
y, sin embargo, saben que existo.

Bueno...
¡Qué imprta si me ignoran!
¡Qué si me pisan!
¡Qué si sólo me usan!
¡Qué... si yo sólo soy La Calle!

Lavengro
Escrito en Viña del Mar, 2003.

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