noviembre 07, 2007

No hay Versos que Escapen

Publico este poema para invitarlos e invitarme a dejar fluir las palabras que se quedan encerradas en el torbellino de los pensamientos, abandonadas por el paso del tiempo y lapidadas bajo las obligaciones de la rutina. Espero que sean de vuestro agrado y abran una puerta, como lo han hecho conmigo, a esas ideas que reposan clandestinas en el tintero de la literatura.




En estas palabras hay momentos,

en ellas el silencio canta de la mano del anhelo,

gimiendo soledades clandestinas

que escurren entre las rocas en mi deshielo.


Esta noche de mediodía que me acompaña

como el dolor a las sangrientas heridas

se regocija en un baño de sinsabores,

en el misterio una mirada perdida.


Te escondes hoy a la sombra del recuerdo,

acurrucada en un rincón de la melancolía

que me dejaron los surcos de tus manos.

Eras roca y sin embargo aún llueves.


Caminan conmigo velados en la niebla

enormes sombras de héroes olvidados,

viejos troncos que aún habitan la noche

aferrándose al tiempo con sus raíces escalpadas.


No hay pasos ni versos que escapen,

que huyan del papiro eternamente.

Siempre a la vuelta de cada página

hay un tropiezo y un beso esperando.


Viña del Mar, Octubre 23 de 2007.



Lord Lavengro

agosto 16, 2007

Un alma brillante me ha invitado a un juego:
1. Se escriben las reglas del juego.
2. Cada blogger cuenta 8 cosas sobre sí mismo que, en teoría, no se sabían hasta ahora.
3. El jugador nombra 8 bloggers, para que jueguen al Meme también
Veamos, ya escribí las reglas del juego, ahora debo desempolvar los rincones de mi castillo.

1. Estoy loco, el tiempo me falta y quiero seguir llenando mi día de más horas. Entre la universidad, mi trabajo, la práctica profesional y los eventos sociales (entiéndase por tales reuniones en bares, uno que otro café por ahí, una que otra botellita de vino y picoteos varios en un restaurante y, entre otras opciones, la cerveza del día viernes con mi primo en un local rancio de Viña...) Así no se puede; quién sufre? Las letras.

2. Una amiga canta en la ducha, dice, pero yo ni eso, no hay caso, mi voz no tiene futuro en la música... y saben, es doloroso, porque me encanta la música.

3. Soy obsesivo. Sí, cuando se me mete algo en la cabeza lo consigo; cuando algún disco me gusta lo escucho y lo escucho y lo escucho........... como me pasó con The Phantom Agony de Epica; tiendo a leer todos los libros que me llegan a las manos al mismo tiempo... no me puedo aguantar: he llegado a estar leyendo seis libros en paralelo, a eso agregar mis estudios... mejor no sigo, la lista es larga. Bueno, hay que agregar que soy perseverante.

4. Asusto. A los niños ni hablar, los bebés se ponen a llorar cuando me ven, a los más creciditos y creciditas me ven cortante y serio, con mirada pétrea... hasta que nos vamos conociendo y me salen las sonrisas y los cariños para mis amigos. El que no logra llegar a conocerme dirá que soy un pesado y engreído... es cierto, claro que mientras sigan sin conocerme.

5. Tengo una faceta fría y pragmática y, por otro lado, tengo mis sentimentalismos como cualquiera otro, incluso accesos de furia y descontrol, aunque son los menos, es más, casi nunca me enojo, pero cuando lo hago no dejo títere con cabeza o soldado de pie... ni yo me soporto.

6. Hay quienes piensan que tengo ademanes medio raros, pero no saben que me encantan las mujeres... son la mejor compañía, placer y aventura que se pueda haber inventado... les agradezco señoritas por existir!

7. Amo conversar, puedo dejar de hacer todo por una buena conversación.. más de alguna vez he dejando de estudiar para una examen por juntarme a conversar con una amiga en algún rincón del Puerto.

8. Odio las cadenas: no me gustan las cadenas en mi mail y tiendo a no continuar las que me han invitado en el blog. Tanto es así que mi amigo Berliot ya me había invitado, Amapola, y otros igual de importantes para mí.... Y por qué ahora sigo este ejercicio? No sé, pero quise contestar a la invitación de lakshmi.

Ya, escribí ocho cosas de mí. Ahora, pedirle a alguien que siga con la cadena. Es un poco raro, porque a mí no me gustan las cadenas, como ya lo dije. Mejor seré consecuente y no nombraré a nadie, es más, si alguien quiere seguirla, es libre de hacerlo.

Un poco de mí

Señor Lavengro

junio 13, 2007

Alondra

En alguna parte te quedaste esperando, mientras las estrellas reemplazaban a una luna cada vez más periférica, mirando hacia un horizonte aparentemente claro, como vislumbrando un futuro prometedor y, sin embargo, una tenue sombra opacaba el brillo de tus ojos negros y melancólicos. Me pregunto acerca de tus pensamientos clandestinos y si pensarás en mí aún; tengo claro que el camino ya ha acabado, mas quedan algunos pasos absurdos, pues nada más absurdo que dar las últimas zancadas para caer al precipicio, para terminar de una vez aquello que casi fue y que pudo ser –dice cierta gente– y que si no seguimos avanzando puede resultar, pero no, hay que dar esos últimos pasos, porque no podemos dejar nada a medias desde que se comienza, porque no podemos dejar nada al azar, porque tenemos que ser absurdo, como todo... y dale con los absolutos, por qué todo hasta la última gota, por qué pretender el todo, todo, Dios, el Conocimiento, todo un absoluto, el matrimonio para toda la vida, para qué.
Eras un comienzo que te fuiste haciendo fin, un camino entre sombras y letras que se fue tiñendo de sangre arrancada con rosas y chocolates y helados que nos servíamos en aquellos largos paseos junto al mar. Nos creíamos románticos sin serlo realmente. Patéticos. Ambos sabíamos que no podíamos ser románticos, conocíamos que no había un beso siquiera romántico entre nosotros. Pasión, calentura, pero no romanticismo. Nunca vivimos lo que era, intentamos ver en lo hondo y como se veía tan profundo no nos dimos cuenta que nada había de tal, que era una simple pared negra en la que ya nada podíamos penetrar, sólo hacernos llagas más profundas a medida de cada embestida.
Ya no recuerdo tu nombre, y creo que nunca lo supe. Alondra te llamaba porque eso me pareciste cuando nos encontramos mirando desde lejos las risas de nuestros amigos, viendo cómo estaban gregariamente haciendo locuras sabiendo nosotros que la locura no es colectiva, que viene desde dentro de cada cual arrancando una personalidad inconfundible, que cada loco es único, y sí, nosotros lo sabíamos, o así lo creíamos. Nos dijimos hola, nada más que hola. Y seguimos mirando el mar medio bravo ante la tormenta que se aparecía oscura en el horizonte, intentando respirar en un ambiente cada vez más pesado. Alondra, dije y me miraste. No hizo falta conocer tu nombre. No hizo falta. Para qué saberlo, para qué pedirte identificación si para mí eras única, eras otra loca inadaptada como yo que miraba desde lejos a los demás divertir sus corazones faltos de verdadera sangre. Verdadera sangre, qué es la verdadera sangre si ni siquiera sé qué es lo verdadero y si mi mayor acercamiento a la sangre es a las rasmilladuras que me dejaron las caídas en bicicleta; y dale con lo absoluto: hay que dar el último paso para caer, para sentir que el odio fue amor, para terminar lo que pensamos infinito. La muerte, me dijiste un día.
¿Por qué te seguí en tus juegos insanos si entre líneas se dejaba leer un destino opaco? ¿Qué había en tus ojos que me arrastraron a aceptar y prometerte acompañar en tu derrotero cierto, como algo inevitable?

Bajaban desde el Café Vinilo, habían estado escuchando tangos y bebiendo un par de cervezas en silencio, ni una palabra pronunciaron; “por qué me entiendes tanto y sin embargo no me comprendes, irás conmigo y eso te hace admirable, pero discúlpame por arrastrarte” pensaba ella mirando un supuesto fantasma. Alguna vez uno se encuentra con personas abstraídas, y se les respeta y se les deja en paz porque realmente no llaman la atención, mas ellos no, cada comensal se los quedaba mirando, vestían de negro, de rígido luto, era como si sus ropajes no fueran realmente ropa sino féretros, llevaban sus ataúdes a cuestas. Podía haber sido una caminata más, siguiendo las líneas inciertas de las calles esquizofrénicas del Puerto en otra de esas tardes, una más. Era muy difícil siquiera imaginar cuál era su punto de destino (quizás un antro, un bar, una playa, un motel, quién sabe).
Cómo sigo relatando aquélla última marcha de mis amigos si no logré nunca entenderlos. Llevo ya dos semanas frente a este teclado que calla sin poder salir de este círculo de ininteligencias, revolcándome en el estiércol de mi propia desesperación, de mi dolor sigiloso, de mi amor sombrío, desparramando letras inarticulables y voces vacías; estoy en un punto fenecido si es que aún no he muerto. Cada palabra de su anuncio inverosímil resuena ciegamente en mi conciencia, mientras mi desesperanza se revuelca en el lodo de mi inacción. ¿Por qué nada hice? ¿Por qué no les creí? Tuve en mis manos la posibilidad de hacerles entrar en razón, de hacerles abrir los ojos. No entiendo, ¡Cómo no fui capaz de hacerles desistir del suicidio!

¿Esta es nuestra noche, cierto? Caminamos como si nada, como llevados de la mano de nuestra madre algún día cuando fuimos niños, porque lo fuimos, creo. Siento tu mano fría que se me aferra casi dentada a la mía, mordiéndome el alma en estos escalones que ayer fueron clandestinos y hoy los vamos llamando por su nombre. Nunca me fijé que este camino fuera tan corto, es como si siempre lo hubiésemos subido y jamás bajado. Estás más bella que nunca, ¡qué importa tu palidez enfermiza!, me recuerdas a una de esas estatuas de hielo: blanca y transparente y fría hasta la última célula, callada y llena de expresiones… sí, creo que hoy te amo, que hoy ya no es calentura, que hoy es el día.
Con esa última mirada que me has dado comprendo un par de cosas. Te preguntas si Enrique, nuestro amigo, tu eterno enamorado, soportará nuestra decisión; mas sé que no te preocupa, que confías en ese mismo atormentado amor que te profesa como una devoción en una secta clandestina y diabólica para que no proteste ante nuestro egoísmo (el tuyo porque no creo que le interese el del amigo que se llevó a la mujer que ama al absoluto de sus propias inclinaciones, al que sepultó esas esperanzas que fundó en la misma nada, y que sin embargo, gurda hasta esta noche). Lo otro que entiendo, querida, es que dando estos últimos pasos también me amas, y aquí ya no hacen falta más palabras que tus ojos y tu silencio.

“Se siguen buscando los cuerpos de dos jóvenes que cayeron al mar desde el Muelle Barón de Valparaíso; hasta el momento los trabajos de buzos de la armada has resultado infructuosos, por lo que se estima que la corriente ha arrastrado a los malogrados jóvenes mar a dentro.
Según declaraciones de un testigo, que sólo se identificó ante este medio como Enrique, luego de una acalorada discusión, el joven dio de golpes a la joven lanzándola al mar, para después lanzarse él. Asevera este testigo que los jóvenes estaban en un deplorable estado etílico y que no alcanzó a verles el rostro…”

Lord Lavengro
Valparaíso, entre abril y junio de 2007.

mayo 02, 2007

Demasiado Tarde

Demasiado tarde…
Demasiado tarde para huir
Siempre fue demasiado tarde
Para ti y para mí
Me empapé de tus días helados
Me escabullí por una rendija
Entre las piedras de tu corazón:
Mírame…
Y mírate
Estás cubierto por mi coraza
Sin sentir la atravesaste
Tras una lágrima de tu pasado.
Vives en mi piel
Vivo en tu mirada
Y algo más
Somos…
Dos soledades hacen un presente
Dos brujos que escriben hechizos sin nombre
En la piel del tiempo y se vuelven murmullos
Se mezclan, se funden, y llegan al amor…

Octubre 12 de 2000.

marzo 17, 2007

Arcoíris de Sábado Triste

A Alejandra, un alma que viajó y aún viaja conmigo...

Arcoíris de sábado triste

te seduces de alegres colores

en un día de agosto en febrero.

Maremoto de nube encendida

del oeste alumbrando los cerros

que se queman en soles de vida...


Arcoíris de sábado triste:

La paloma de blanco plumaje

ilumina mis días de sueño

en canciones alógenas blancas.

Es un día de agosto en febrero

y de gotas que mojan mis cartas.


Agostina gotera dibujas

arcoíris de sábato triste:

arcoíris de luces ausentes

que se nacen y fluyen doradas

en mi vida con mantos celestes

y de nuevas canciones aladas.


Lord Lavengro

Escrito en febrero de 2000.

febrero 15, 2007

la música suena vacía

en dónde tus palabras

tiradas las caricias

la paciencia la paciencia

por qué te extraño

por qué me faltan tus labios

por qué los siento como un recuerdo

si nunca nos besamos

o sí

o no

ecos ecos ecos

pero te extraño

pero si hasta tu silencio calla

peros

siempre estos peros

tu cuerpo temblando

titilando como una estrella en mis brazos

PERO

tus ojos dilatados

perdidos en los míos

mis ojos dilatados

perdidos en los tuyos

y otro PERO

dónde están tus manos esta noche

dónde tu cintura

tus caderas esquivas

tu pecho que se estrella contra el mío

te me apegas y tus labios esperan

te sueño pero despierto

y no estás

no estás

me contagiaste amor con tu saliva

pero cómo si nunca nos besamos

sí lo hicimos me dice este recuerdo

y es sólo eso

recuerdo

tus pechos

tus pies descalzos

tu pelo lluvioso

en la esquizofrenia de nuestros conciertos

y ciegamente te busco en el pasado

en ese que nunca ha pasado

en ese que aún espera

todavía dilatado


Lord Lavengro

Valparaíso, Madrugada de febrero 15 de 2007.

enero 19, 2007

Retrato

Entre muchas letras que se me han antojado escribirte, no me ha convencido ninguna. Quizás sea bueno un cuento, y por qué no un poema... hasta una carta. Ninguna es mucho y a su vez nada. Sabes, es tan sencilla la pregunta por quién creo que eres y, como sucede ante la sencillez, se hace complicado darle una respuesta, o en una de esas no sea lo difícil dársela, sino poner en vocablos mi percepción de ti.

El otro día me miraba al espejo, pero no para no cortarme al afeitar, sino para indagar en mi interior... ese espejo del alma, ese que delata la conciencia. De eso nació otra pregunta: ¿qué te contestará ese espejo? No creo que formules ante él la pregunta de la madrastra de la Blanca Nieves, aunque un poco de vanidad no le hace mal a nadie: por qué no te iba a contestar “tú eres la más bella”. Pero bueno, eso es farándula y me estoy alejando de lo que pretendo decirte, mas, qué dicen mis palabras sino sólo ecos y algo huecos, por lo demás.
–Ella estudia el silencio para conocer la música–, dice una de las voces de mi inconciencia. Aparentemente contradictoria la frase. ¡Pero cómo si no hay que desvirtuar la belleza del silencio con ruidos sin sustancia! Contemplativa me has dicho que eres con las demás personas, y en cierto sentido comparto lo que me dices: estudias mi rostro por dentro, esperando conocer lo que se calla, estudiando mi silencio para conocer la música que se oculta en el interior. Pero en cierto sentido, pues la bola de cristal aún no está del todo afinada y todavía te sorprenden algunas notas que no habías encontrado en mis labios callados, siguiendo el plano invisible de la subconsciente-conciencia-inconsciente. Y para qué ver todo, si esa capacidad de asombrarse no hay que perderla. Es como si fueras una amalgama de paciencia disfrazada de impulsiva y una prudencia que se confunde con el asombro de la imprevisión. Desconcertante, ¿no es cierto?
Aparentemente terminada y resignada a una soledad de las que duelen, de esas soledades acompañadas. ¡Tremendamente doloroso es el hielo que quema y el fuego que escarcha! Te veo en tránsito cuando siento que te ves estática. “Me voy a quedar sola, por ser como soy” decía la niña mientras se miraba al espejo, pero qué espejo era ese que callaba, era un mudo más que guardaba en su impotencia una palabra de verdad; y pensar que hubiere sido distinto el derrotero con una mísera expresión.
Mientras caminaba, conversaba con una antigua lechuza que se acercó a hablarla. Era simplemente un pie que seguía al otro inmerso en el desierto lleno de plantas desconocidas. Yo llegaba desde no me acuerdo, aunque debía ser de un bar que acogiera mis desvaríos en verso. Dijo llamarse ... la lechuza, y a ver ella, cómo dijo que se llamaba, no me acuerdo. Talvez el viento que corría desde una incierta dirección se llevó su nombre como una hoja hacia su destino. Pero saben, ese ladrón que se llevó su voz venía desde su boca, era como si cuando pronunciaba ese bello nombre –porque no podía haber sido distinto– su alma se obligaba a parecer distante. Hasta el día de hoy no he logrado comprenderlo... a ver, creo que un eco indiscreto casi la delató: debía principiar con D su nombre... sí, creo que sí. Pero bueno, sigamos con lo nuestro. Como les decía, algo había en ella que la hacía ponerse como en guardia, como intentando evitar una mirada, una sola palabra que hiciera de espejo. Aunque debo reconocerlo, también había algo indecible que la llevaba a hablar de sí, abriendo levemente una pequeña brecha entre tanta zarza que la ocultaba.
Cómo contestar a cómo es que te veo, si te veo desde distintos balcones, mi querida. Te veo compleja, cual si fueres una antítesis o una paradoja. Rara es la manera de expresarme, pero intentaré dilucidarla. Cuando te enojas es como si despertaras de un sueño antes de tiempo, como si te despertásemos no con un beso sino con una bofetada. Explosiva carga de emociones que se plantan con la misma fuerza de las raíces de una araucaria: añosa como el mismo Cronos y altiva como si fuese un desprecio.
Y eres tan cercana como lejana, como las estatuas del teatro, que están y sin embargo su corazón es mármol. Y ahí la gracia, porque debajo de ese pétreo hielo oteo un corazón que palpita, hecho de carne y relleno de sangre, como el de cualquiera y por tanto también único.
Insisto, pues para mí eres una paradoja... ¿qué puede ser más complejo? En ningún caso digo que seas dicotómica, sino que hay algo de Abraxas en ti, que hay algo de loba de la estepa, de la Maga y de Alejandra Vidal. Como si fueras un compendio.
¿Por qué, querida, te vas a quedar sola por ser como eres?...

Hace un par de noches ya que comencé estos desvaríos. Sé que le prometí que le escribiría cómo entiendo su ser, En algún minuto un pequeño niño salió corriendo desde un desdibujado patio, pero ya no estoy tan seguro que le entregue estas líneas. atravesó la calle sin mirar Vamos nuevamente contestando a esa pregunta que formulamos más arriba. que un descontrolado vehículo se abalanzaba contra él, arroyándolo sin un grito. Te veo compleja, mi amiga, alegre hasta decir basta sin realmente desearlo pues contagias No quise seguir viendo, mas algo me decía que no habían pasado las cosas como creí agraciada esos momentos largos de sonrisa que nos regalas, mejorando nuestra existencia. pues sólo las había imaginado, que una sombra me había empañado los ojos ocultando la luz del sol.
Escribía de un espejo, un espejo que habla y poco original, por lo demás. Pero así son las cosas: poco originales, mas dentro de lo que siempre ya se ha dicho encontramos algo nuevo. Tú eres algo distinto todos los días, y dejas de ser algo para ser alguien que se descubre minuto a minuto, que devela una ontología atrapante, delirante y tan sublime como corriente. Contigo no hay certeza, no tengo un piso ni siquiera débil sobre el cual pararme para escribirte algo. Si quizás me enviaras un plano de tu alma... No, mejor, para qué; me quedo del lado de la incertidumbre para seguir develando tu nombre que aún no lo recuerdo... que no lo descubro, que aún no conozco del todo.
Allá está, mirando con los ojos perdidos al monitor y moviendo como autómata los dedos sobre el teclado. Me contó que escribía una descripción de una amiga. Yo creo que le cuesta, que no puede porque no tiene una perspectiva cierta desde donde situarse; complicándose hasta el absurdo. Bueno, claro, ciertamente todo es absurdo: vivimos un completo disparate, una realidad que no es más que una metáfora, un acercamiento paupérrimo al ente –en su caso a su amiga–
pero quién es el ente
un algo un alguien un qué
y ahí está intentando decir lo que no puede lo que siente hondamente y sin palabras
en alguna parte se quedó medio perdido
es mujer es alegre es buena moza es risueña
es contenta como una niña descubriendo en su regalo el juguete que pidió en su carta al viejo pascuero
cómo no va a ser capaz de decirle una simple palabra
de expresarle sencillamente que es un enigma
no no puede porque no es sólo un laberinto sin salida
sin llegar al saber racional, que es una especie de conformismo; la razón estabilizadora, nada más lejano para que siga con su trabajo.
Bueno mi amiga. No sé si siga intentando realizar esta tarea a la que me comprometí. Pacta sunt servanda me dirás para reclamar por este incumplimiento, mas quién sabe si alguna vez logro descubrir cuál es tu nombre
eres angulosa cuando no eres un laberinto
y la lechuza canturrea tu nombre vivaz
despejado como camino luminoso
una lámpara extraviada entre la oscuridad y algo de maleza
y canturrea y canturrea y canturrea
un murmullo de ecos que dicen Denisse.
Lord Lavengro
Viña del Mar, Diciembre 28 de 2006.