marzo 24, 2009

Carta a la Distancia

Como que me perdí de la vida en una esquina cualquiera, virando los ojos hacia la vereda del frente en la esperanza de ver tu rostro, cruzando la calle errático y despistado con luz roja en un semáforo que nunca estuvo: suerte la mía –que en algo debo tenerla- sólo venía un trolley.


A Valparaíso lo conocí antes que a ti, sin pensar siquiera que habitabas bajo la sombra de un cerro y con vista al porvenir. Era bello, era un puerto de "anhelos, canas, escaleras y recuerdos", era mi Pancho: ese loco amigo con el que jugábamos en las quebradas a marearnos cuando, de niños, nos dejábamos rodar por sus calles desprevenidas y, de grande, con alguna copa de un elíxir fantasioso. Pero hoy mi amigo se ha ido lejos, se ha ido de tu mano y ya sólo es una ciudad sin nombre, llena de ruidos y malos olores, repleta sólo de desconocidos.


valparaiso2Era bello lo que hoy es triste, y lamento a ratos la poesía perdida entre páginas sin letras y paseos absolutamente solitarios, sin siquiera la presencia del viento y mis recuerdos.


Y bueno, si ya las calles no son una aventura sino la rutina de las rutinas, creo que es tiempo que me olvide de recordarte, sin volver a leer sobre una simple letra y un distante y solitario eco toda una historia y nuestros nombres. Es hora de dejarte ir entre las alas de una despedida imaginaria, con un beso en la mejilla, un abrazo y “cuídate mucho”.


¿Pero si algún día me olvido de que me olvidé recordarte?: ¿volverá la poesía del Puerto junto con tu rostro hasta que se vuelva a marchar de tu mano?


Lord Lavengro


Viña del Mar, Marzo de 2009.