marzo 24, 2006

A Valparaíso

Esta pseudo-oda-epístola al Puerto sólo son locos versos enredados en sus locas calles y escaleras.

Tu nombre es Pancho
aunque a ella no le agrade.

Noche a Noche subo a tu pequeño cielo,
cargando mi pesado bolso de anhelos,
de sueños, de tristezas, de llantos y de besos.
Tropiezo en cada escalón de tus calles,
cada uno de ellos tallado, forjado y grabado
por los dientes de algún borracho que besa tu suelo,
clandestino como los huecos que regalas a tus amantes.

Gritas, viejo Puerto, en los ladridos de tus perros
que se rascan las pulgas en cada mural marchito.
En cuatro patas conocen tus rincones de esquinas redondas,
esperando la luz verde para cruzar del cerro al Pacífico,
para abordar cada lancha y cada puerta que ofrezca un pan
y huir de los palos voladores que son como tus casas voladoras.

Tu nombre es Pancho,
también algo borracho,
aunque Valparaíso ella te llame.

En tus bares se bebe melancolía;
tus sarmientos ya no destilan vino añejo,
sino arrugas, canas, escaleras y recuerdos.

Alguna vez te prostituiste a los marineros,
mas hoy eres un puerto de estudiantes;
en tus barrios todos son profesionales de la vida:
cogoteros, traficantes, ahogados y rameras y arquichantas,
matasanos, hocicones y ¿honorables dijo alguien?

Tus casas de cartón que el viento sostiene en el firmamento
son árboles de pascua como la champaña en año nuevo,
como los mariscos para mí esquivos del mercado
que hoy están a luca y ayer pintados por Lukas.

Pancho es tu nombre
aunque a ella no le guste.

De la mano de la loca pluma de Pablo
y del imaginario pincel de Roberto,
tus muros trepan como lagartijas
las copas florecidas de tus cerros.

Los tacos de tus mujeres suenan a tango
y suenan a sudores mezclados con besos y tragos.
En ti, amigo Puerto, conocí sus labios liberales,
tan libertinos y esclavistas como una caña de vino
tomada a la salud de un bolero que desafina en la guitarra.

Tu nombre es, Puerto loco, Pancho
aunque ella ignore mis palabras.

Si Pascua tiene al hombre pájaro,
tú tan visible tienes
(y entre las piernas tan invisible)
al hombre caracol:
el que asoma la cabeza al sol:
el que estira la mano y ni el viento la estrecha:
el que lleva sobre su espalda la casa de colchón...

Discúlpame Pancho si mis versos se callan,
disculpa a mi canto orgulloso como las odas
que esta noche sólo silencios interpreta.
No soy poeta ni tengo nombre
y soy tan inconcluso como tú, Valparaíso:
eres un poema de puerto jamás terminado.

Y amor, aunque no te guste,
mi amigo puerto se llama Pancho.

Lavengro
Valparaíso, Marzo 21 de 2006.

marzo 21, 2006

Entre Café y Tabaco


Entre café y tabaco
las sombras se hacen humo
y la luz madruga
en lo profundo
de un rincón moribundo.

A veces,
cuando conozco
los límites del tiempo infinito,
cuando caminan las piedras
entre las inmaduras grietas,
me hago humo y sombra
y cristales de escarcha.

El vapor se escapa
simulando siluetas
de mi café insurrecto
atrapado en su jaula de taza;
se niebla mi mente
con sabores oscuros.

Entre café y tabaco
y entre palabras secas,
una brisa de invierno
alcanza mi rostro:
testigo de mi saber
que carece de conciencia
y testigo de mis pasos
sobre espinas amantes.

Lavengro
Escrito en Valparaíso, 2003.

marzo 12, 2006

Desnudo mi Niño


Ahí, entre la niebla de un día marchito,

llorando a la sombra de un viejo farol,

desnudo de sueños se duerme mi niño.


Un perro que ladra y se rasca sin don

asalta los pasos de toscos viajeros,

y muerde talones del viento y del sol.


A dónde marcharon los dos relojeros?

En dónde quedaron tiradas las risas

si sólo los llantos adornan floreros?


Los ecos se pierden sin ruido ni vida,

las luces no alumbran y gana la noche...

Mi pierna no avanza: se obstina dormida.


Desnudo mi niño tirita sin goce:

los autos de palo cenizas quedaron:

los juegos lo dejan sin nuevos sabores...


Un pájaro muerto se oculta debajo

del puente esperando que llegue la brisa,

mas ésta quedó encadenada a los ajos.

Desnudo mi niño no tiene carita!


Lavengro

Viña del Mar, Marzo 12 de 2006.

marzo 11, 2006

Estar-en-el-Mundo


A eso siguió un silencio epistolar hasta mediados de abril
silencio donde se insertan las dos promeras Odas
La Belle Dame sans Merci
y varios poemas breves
pero súbitamente John reanuda su carta, como continuando la afiebrada corriente meditativa que se alternaba con la composición. A pesar del tiempo transcurrido y el intercalamiento de otros temas y noticias, reanuda su debate en el punto donde lo había dejado. Ha estado leyendo América de Robertson, y El siglo de Luis XIV de Voltaire. "Todo se resuelve en esto: que el hombre es originariamente 'un pobre bípedo' [cita al Rey Lear] sujeto a los mismos sinsabores de las bestias de la selva..." Sobre este punto en parte había transcurrido su meditación anterior: el hombre y el animal trabajan y se obstinan sin "desinterés", caídos en su terrible individualidad y soledad que, sin embargo,
tienen una belleza propia que quizá los redime
John se pregunta Ahora si, por intercesión se un Sócrates o un Jesús, es decir, de un ser desinteresado, puede la humanidad a ser feliz. "La verdad es que no creo en absoluto en esta especia de perfectibilidad..." Las condiciones del mundo se oponen a la felicidad terrena. Y además, piensa John, ¿por qué la perfección y la felicidad debieran serles dadas al hombre por intercesión de un Sócrates o un Jesús, de un tercero? Frente a su circunstancia
(y aquí la meditación alcanza toda su hondura)
el hombre no debe ni tiene por qué esperar una perfección de afuera a dentro. Con un brusco salto, su pensamiento se sitúa en otro extremo: el consuelo trascendente. "La denominación común que los extraviados y los supersticiosos dan a este mundo es la de 'valle de lágrimas', del cual seremos redimidos por cierta arbitraria interposición de Dios, y llevados al cielo... ¡Qué noción tan pequeña y limitada!" Ahora su idea está clara: tan poco digno del hombre le parece aceptar una felicidad ofrecida aquí abajo por otros -un Sócrates, un Jesús- como un consolador rescate póstumo. El "progreso social" le resulta tan desdeñable como las trompetas del Juicio. Avanza hacia una noción que entrañe su sentido personal y poético al hombre en el mundo. Hay un mundo dado, y un hombre dado. La conciliación de uno y otro debe ser personal y presente de cada individuo. En rigor, nada que cuante escencialmente puede enseñarse. La verdad debe sentirse "en el pulso". Sólo lo experimentado como real cuenta para mí; el resto es convención y creencia. Sobre este "existencialismo" turbio y confuso, mal expresado y lleno de titubeos, John busca alzar
"un sistema de salvación que no ofenda nuestra razón y nuestra humanidad".
Lo esboza en pocas líneas, que dan aproximadamente esto: El mundo merece denominarse un "valle hacedor del alma" (soul making), escenario mediante el cual y en el cual un hombre pasa del mero existir al ser. "Distingo el alma de la inteligencia; puede haber millones de inteligencias o chispas de la divinidad, pero no son almas mientras no adquieran individualidad, mientras cada una no sea personalmente ella misma..." Las "inteligencias" son el animal humano conteniendo su partícula del espíritu divino. Pero no tienen identity, individualidad. Existencialmente hablando, existen pero no han hecho todavía las elecciones que las distinguirán de las demás, que les darán "alma" -ser-. ¿Y cómo pueden estas "inteligencias" alcanzar su individualidad, si no es por intermedio "de un mundo cómo este"? Seriamente dice Keats: "Sinceramente desearía considerar este punto, porque creo que es un sistema de salvación más noble que la Religión Cristiana... Es más bien un sistema de creación de espíritu (spirit-creation)". Y muestra mentalmente su mecánica: "[Hay] ... tres grandes elementos que actúan unos sobre otros a lo largo de los años. Estos tres elementos son la Inteligencia, el corazón humano (que se distingue de la inteligencia o Mente) y el Mundo o espacio elemental adaptado a la acción recíproca de la Mente y el Corazón con el propósito de formar el Alma o Inteligencia, destinada a poseer el sentido de la Individualidad...".
¡Qué confuso, qué tosco, qué simple! "Apenas alcanzo a expresar lo que sólo percibo nebulosamente, y sin embargo creo percibirlo..."
La consecuencia, con todo, es absoluta: "¿No veis cuán necesario es un mundo de penas y preocupaciones para educar a una Intligencia y hacer de ella un alma?".
Y paralelamente: ¿No se ve cómo el hombre sólo depende de sí mismo, en cuanto a la "educación" que elija en el mundo le dará su alma verdadera, su ser hombre? Aquí agrega Keats: "Tan diversas como las vidas de los hombres, así de diversas resultan sus almas, y así hace Dios seres individuales... a partir de las chispas de su propia escencia". La noción de Dios, introducida más pour la galerie que otra cosa
(toda esta dialéctica se abre con la siguiente admisión: "Hablo ahora en los términos más altos de la naturaleza humana, admitiendo que sea inmortal, cosa que tomaré aquí como segura a efectos de mostrar una idea que me ha impresionado al respecto...". En rigor Keats no tiene convicciones trascendentales)
no impide advertir la fuerza con que el acento de esta concepción se centra en el hombre, en cada hombre. Tan diversas como son las vidas... así resultan las almas, es decir, las individualidades. Vivir es siempre a priori del ser, y esa tragedia atroz del hombre, que es su grandeza y su humanidad, como harto bien lo enseña el existencialismo, John la advierte sin rodeos. Convencido, insiste: el hombre está formado por las circunstancias (lo que suena a determinismo). "Pero ¿qué son las circunstancias sino las piedras de toque de su corazón? Y las pruebas de su corazón, ¿qué son sino lo que fortifica o transforma su naruraleza? ¿Y qué es su naturaleza transformada sino su Alma?" Al demonio los plañideros del "valle de lágrimas". El mundo está bien como está, y vale la pena. En él, nada más que en él, y dentro de él, ser. El hombre es la suma de sus actos, es responsabilidad. El hombre es Orestes, no Edipo. Con clara desesperación de poeta, John Keats sabe que un hombre como él está sólo, que Sócrates y Jesús son imágenes y fuerzas que él debe sufrir eligiéndolas o rechazándolas, al igual que todo lo que gravita en su mundo. Y que Dios es acaso el nombre que los hombres dan a su debilidad y desamparo.

Imagen De John Keats
(Fragmento)
Julio Cortázar

marzo 08, 2006

A Pata Pelada


Espinas desnudas esperan, pacientes,

mis pasos descalzos (mis manos sin guantes

tocando la nieve: metralla divina),

entrar en mi carne indefensa y entregada,

igual que furtivos amantes a una cama.


A pata pelada se saben las piedras

que forman, preñadas de acero, al camino.

Si somos hormigas buscando al azúcar,

¡no importan las sales sudadas en vano!,

¡no importan, tampoco, las lágrimas idas!


Me meto temprano buscando, buscando en

el bosque de mayo, abril o septiembre

(los sueños son hijos huérfanos de fechas),

las huellas de Dios... pero el viento y las hojas

llegaron primeros, aun, que el rocío.


Si arranca a la mano la fruta madura,

huyendo entre pircas, suspiros y llantos,

lo añejo aparente, las lluvias de antaño,

me sabe a jugosos duraznos en lata.

A pata pelada camino en mi hoy sin mañana.



Lavengro
Valparaíso, Marzo 3 de 2006 (Madrugada).

marzo 07, 2006

Efímero Trayecto


Vi la lívido en su rostro al momento de su muerte,
cuando lánguidas y tenues palabras retumbaron
huecas... Tristes campanadas que anuncian al difunto
en su marcha de letargo camino al cementerio.

Y fue efímero el trayecto de sueños e ilusiones,
cayendo ávido en el foso de llamas retorcidas.
Raudas letras que castigan al viento con el llanto
de Esmeralda cuando cae aquel genio que controla

a sus pasos por el mundo sin caídas y sin lágrimas.
Ya borradas sus pisadas por la lluvia, sus huellas
siguen firmes retratadas en la roca del libro
de las vidas. La cantera no derrama sus sales...

Y fue efímero el trayecto de sueños e ilusiones,
mas quedaron los recuerdos de besos viajeros:
los silencios profanados por rotos cristales:
las sapiencias registradas para otros soñantes...

Lavengro
Viña del Mar, Diciembre 4 de 2001.